La formación madrileña Vetusta Morla visita Santander el próximo ̶v̶i̶e̶r̶n̶e̶s̶ ̶2̶7̶ ̶d̶e̶ ̶j̶u̶l̶i̶o̶ jueves 26 de julio, dentro de la programación de Los Conciertos de La Campa. La noche de San Juan hicieron historia al congregar 38.000 personas en una actuación en Madrid. Hemos hablado con ellos y nos cuentan algunos de los secretos de su carrera.
Vetusta Morla vive un momento mágico. La formación madrileña se ha convertido por méritos propios en uno de los grupos que más público mueve en nuestro país. Llenan recintos en todas las ciudades en las que actúan y recientemente han conseguido un hito en la música independiente española: congregar 38.000 personas en un concierto en Madrid. Una aventura frenética, sin apoyos discográficos ni editoriales, que comenzó a finales de los años noventa y en la que el grupo ha dado forma a su factura de canciones de pop guitarreras llenas de cambios de estilo. Los componentes de la formación han transformado su particular manera de ver la música en una de las propuestas más sólidas e interesantes del panorama nacional. La banda se encuentra inmersa en la gira de presentación de su cuarto álbum de estudio, que pasará por Santander el próximo ̶v̶i̶e̶r̶n̶e̶s̶ ̶2̶7̶ ̶d̶e̶ ̶j̶u̶l̶i̶o̶ jueves 26 de julio, junto con el grupo Egon Soda, dentro de la programación de Los Conciertos de La Campa. Un evento en el que tocarán al completo su último disco mientras van intercalando canciones de sus anteriores trabajos. El mismo show que ha cosechado halagos de crítica y público.
Cuando Vetusta Morla llenaron varias noches seguidas el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid, mucha gente hacía la gracia de comentar que siempre iban a verlos las mismas personas, “pero repitiendo días”. “Hemos demostrado que había mucha demanda de vernos”, relata en este medio Álvaro Baglietto, bajista de la banda, mientras explica que no sabían si iban a vender “20.000 o 38.000 entradas” en la explanada de La Caja Mágica de la capital, para su último concierto: “Ya solamente la primera cifra supone convocar más público que un Palacio de los Deportes de Madrid”.
– Se cumplen diez años de la publicación Un día en el mundo, vuestro álbum de debut.
Llevamos diez años de cara al público a nivel discográfico; pero veinte como banda, yo algunos menos. Y creo que la fórmula es que somos un grupo que vive en el presente. Nuestra carrera siempre ha sido un día a día: la primera vez que llenamos la sala Caracol, la primera vez que llenamos la sala Joy Eslava… Además, siempre hemos tratado de ir por debajo de nuestras posibilidades; nunca nos hemos aventurado en recintos más grandes sin tener claro que había que dar el siguiente paso.
– Vuestro último logro supone convocar un concierto masivo en Madrid, ¿cómo se monta un evento de tales dimensiones?
La parte más complicada son los permisos y el papeleo. No tienes unas expectativas muy claras de cómo va a ser un evento tan grande. En el sentido musical fue perfecto, pero en cuanto a la organización hubo cosas que no pudimos controlar: hemos pedido perdón ya que no se gestionó bien la salida del reciento e incluso se produjeron casos de gente cruzando una autopista. Estar celebrando una noche mágica emocionado y que pasen esas cosas no nos parecen bonitas.
– ¿Cuáles serían para los componentes de la banda otros momentos clave en vuestra carrera?
Los conciertos grandes son relevantes; pero no son los momentos más importantes. Los que importan son una reunión trazando un plan o un ensayo, como nuestra aventura en el Líbano o las quedadas de reestructuración de nuestros roles en el grupo. Días en la sombra, que pasan inadvertidos para los oyentes, pero ocurren cosas trascendentales.
– El concierto en Líbano en el año 2006 fue sustancial. El momento en el que decidís jugaros todas las cartas e intentar vivir de la música, ¿no?
En Líbano vivimos el día en el que decidimos que era hora de grabar nuestro álbum de debut. La decisión de vivir como una banda realmente nunca se habló; eso fue una consecuencia del éxito que alcanzamos. Si le echas a la música la carga que supone tener que vivir de ella, deja de ser una relación sana. El plan desde el primer momento fue publicar el primer disco de la banda. Otro momento clave: en 2007 hicimos un concierto en la sala Caracol que nos removió bastante por dentro. Quinientas personas. Lo que nos dio una pista de que nuestra carrera podía funcionar. Y nos fuimos a grabar el disco con una sensación total de apoyo. Los fans ya no nos han soltado nunca.
En el concierto de la sala Caracol nuestro telonero fue el músico Jairo Zabala, en su primer concierto como Depedro.
– Llama la atención que desde que decidís grabar vuestro primer trabajo hasta su publicación pasan dos años.
Cuando volvimos de Líbano contacté con un productor con el que ya había estado antes y nos pusimos a trabajar con él. Queríamos tener la vista de alguien desde fuera, ya que desde dentro de una relación siempre hay cosas que tú no ves. Y aprender todo el proceso de lanzamiento de un disco requiere su tiempo.
Lo poco que hablamos con compañías discográficas fueron reuniones muy chorras y tontas.
– Todo lo hicisteis vosotros: hasta montar vuestro propio sello discográfico.
Lo poco que hablamos con compañías discográficas fueron reuniones muy chorras y tontas. Así que nos pusimos a estudiar la industria y los registros. ¡Hasta los códigos de barras! Por ejemplo, yo me recorrí todas las fábricas de Fuenlabrada buscando la manera de fabricar los estuches para los discos. Para mí todo el proceso fue bastante complicado. A Vetusta Morla lo que se le da bien es la música.
– Hablando de vuestro primer disco, muchas de las canciones ya llevaban años en el repertorio de Vetusta Morla y algunas, como Valiente o Año nuevo, incluso habían sido publicadas con antelación en pequeños trabajos, aunque en versiones diferentes.
En el concierto de la sala Caracol de 2007 ya tocamos todas las canciones que formarían parte de nuestro álbum de debut un año después. Es una situación que ocurre en los primeros discos de todas las bandas. Tienes mucho tiempo para lanzar el primer trabajo y poco para los siguientes.
– Entonces, ¿la publicación de vuestro segundo álbum fue complicada? El primer disco salió al mercado diez años después de que naciera la banda mientras que mientras que el segundo se publicó sólo tres años después.
El segundo álbum siempre es un momento más difícil, ya que no se tiene la misma tranquilidad. Vetusta Morla dejó de ir a la oficina para ir al local de ensayo a trabajar, pero no teníamos demasiadas expectativas. No había nada que perder. Teníamos claro que saldría bien o mal, pero haríamos lo que sentimos. Y no estoy vendiendo ninguna moto. Ni siquiera fueron tres años por que una gira ya dura lo que dura y no trabajamos en el disco durante ese tiempo.
– Vetusta Morla es un grupo con veinte años de carrera a sus espaldas en el que se mantienen los miembros iniciales, ¿en qué momento podemos hablar de Vetusta Morla tal y como la conocemos ahora?
Yo fui la última persona en incorporarme a la banda, en el año 2002, y desde entonces no ha cambiado nada. Ellos ya tenían algunas maquetas a sus espaldas y un buen puñado de conciertos. Estuve en un show de la banda en las fiestas de Tres Cantos y lo primero que pensé es que quería tocar con ellos. Y el cosmos me escuchó. Tres semanas después un amigo me dijo que la formación buscaba bajista. Por aquel entonces yo tocaba en otra banda, Alma Mater, y ellos ya me habían visto en un concierto. Les dije que era su hombre y me pidieron una prueba de sonido; a lo que respondí que no habían entendido nada, que ni prueba de sonido ni ostias, que yo era su bajista. Yo creo que encima vieron que tenía una furgoneta grande y…
– Actualmente estáis inmersos en la gira de presentación de vuestro cuarto álbum de estudio, Mismo sitio, distinto lugar, ¿cuáles son las canciones con las que más responde la gente? ¿Y si tuvieras que recomendar un tema del álbum?
Los primeros conciertos me daba la impresión que la canción que más calaba entre nuestros seguidores era Palmeras en La Mancha, pero luego me daba la impresión que era Consejo de sabios. Siempre que me han preguntado a mí he dicho que no tengo ninguna canción de referencia, aunque en el último trabajo ha habido dos que me han tocado mucho. Consejo de sabios me dejó tocado como un fan más. Lo mismo que La Vieja Escuela. He compartido mucho las historias que hay detrás de ellas y me he identificado más que nunca con esos temas. Aunque empiezan a estar al mismo nivel que todo el resto de canciones.
– Y a lo largo de toda vuestra carrera, ¿cuáles son los temas que más han calado en la gente?
Los buques insignia de nuestro primer disco fueron Copenhague y Valiente y no los ha soltado el público.
– Valiente, que comentábamos antes que ya había sido editada con antelación. En un disco corto, Mira, publicado tres años antes de vuestro debut, ya aparecía una versión anterior de la canción
Hay un montón de versiones del tema. Hace poco escuché una versión que tocamos en el programa de Buenafuente y que nunca llegamos a grabar. Y sólo la hemos tocado en directo dos o tres veces. La versión de Mira es diferente a la de nuestro debut Un día en el mundo incluso en la letra. Y hay una versión mezclando las dos. Hablábamos también de Copenhague y tenemos dos versiones publicadas de la canción.
– ¿Algún proyecto futuro de publicar un disco con todas las versiones de Valiente?
(risas). No hemos pensado en ello. En los conciertos llevamos una versión de Valiente que cambia mucho el sonido, pero no la estructura. Estructura sería introducir partes nuevas, acortar otras… La letra no cambia; a no ser que Pucho cante algo diferente, que le gusta mucho ir cambiando aquí y allá.
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Vetusta Morla – Consejo de sabios
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Vetusta Morla – Valiente
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